DEL SAPIENS NEOLÍTICO AL SAPIENS SIDERAL, UNA HISTORIA DE OLVIDO
AUTOR: ELÍAS ARMENDARIS
“El Sol saca su fuerza de su propia contracción”.
El Homo Sapiens Sapiens es la consecuencia de una guerra
pre- histórica, es el resultado de un enfrentamiento antediluviano entre razas
de primates, de proto humanos. Este
espacio de tiempo no deja de ser inmensamente misterioso debido a las grandes
incoherencias históricas que en él se dan cita.
Pero para ser rigurosos, casi por arte de magia, de la noche a la
mañana, en un lapso de mil años, nacen civilizaciones agrícolas en todos los
continentes. Los cazadores recolectores del paleolítico se transformaron en las
civilizaciones agrícolas del Neolítico, todo esto en medio de un cambio
climático que fue capaz de modificar continentes enteros.
Es con estas primeras civilizaciones agrícolas que nace el
estudio de todo cuanto nos rodea, debido a que ahora los integrantes de estas
tribus hasta entonces semi nómadas o nómadas, poseían gran cantidad de tiempo
libre que antes utilizaban en la caza y
recolección de frutos y que empezaron a utilizar en observar el Universo que
les rodeaba. Miraron los ciclos celestes, los ciclos acuáticos y convivieron
con ellos, dieron así origen a todas las ciencias. En este parto científico
nació también una ciencia que en el devenir de los acontecimientos históricos
se ha extinguido, hablo de la “Ciencia de la sostenibilidad”. Actualmente es
más un Frankestein político económico que una ciencia que cuestiona el modelo
económico que nos ha traído aquí.
Aquellos primeros hombres libres vivían en clanes, familias o
mejor dicho en grupos humanos con algún grado de parentesco, como son ahora las
pocas comunidades cazadoras recolectoras que han sobrevivido a la historia, ese
es el caso de los Tagaeri y Taromenani en la Amazonía Ecuatoriana. Con un
amplio conocimiento del entorno y de las relaciones biológicas que en él se
producen, estos primeros humanos tenían unas vidas muy sostenibles y
profundamente autosustentables. Respetaban inmensamente su entorno, pues era su
hogar, eran por tanto conscientes de que de él dependía su existencia.
El lazo entre el hombre y la Biota se
fue diluyendo poco a pococon el paso del tiempo en lo que podemos denominar “desarrollo”. Perdiendo, la mayoría de nosotros, las
destrezas para leer los signos de los tiempos, mismas que en el pasado nos
permitieron sobrevivir a un entorno cambiante. Dicho de otro modo, ya no
hablamos el mismo idioma que el resto del Universo.
Basándonos en este sistema, construimos otras formas de
sobrevivir asentadas en la apropiación del “todo” a nuestro alrededor. Para
cumplir este fin se utilizó a la familia
y al Estado como los dedos de una misma mano. Abiertamente
estePODER se consagró a sí mismo y fue
adoptado como expresión del “macho”, colonizando así a la mujer.
Destruyendo con ello ese espacio que aún restaba de relación
entre nosotros, los Sapiens, y la tierra. La mujer, según la tradición histórica, fue quien se encargo de recoger frutos y bayas en tanto que el
hombre se dedico a la caza de bestias. En lo personal discrepo ampliamente con
este postulado puesto que “naturaliza” las diferencias de género y lo que es
peor lo hace desde una óptica “científica”. Pienso que seguramente en las
sociedades matriarcales de principios del Neolítico las cosas eran muy
distintas a como nos las han contado. Pero para fines de este artículo usaremos
ese precepto.
La mujer fue quien consciente o inconscientemente desarrolló
la agricultura y en torno a este hecho se ha creado toda una simbología mística
muy rica que da vida a una infinidad de mitos y leyendas relativas a la
fertilidad y la fecundidad. Aún hoy en las sociedades agrarias son los hombres
quienes preparan la tierra, pero son las mujeres quienes siembran las semillas.
Tristemente a la luz del desarrollo, este concepto de
“tradicional” se deconstruye y construye
nuevamente a la luz del Eurocentrismo. Es aquí cuando el “desarrollo a escala europea" se instituyó como un único camino a seguir y estas tácticas de supervivencia
tradicionales que surgieron de economías alternativas, autosustentables, donde
las personas podían alimentarse sin depender del Estado fueron condenadas al
olvido. Las sociedades Neolíticas matriarcales fueron destruidas y sus
conocimientos condenados al espacio de la tradición y las ciencias ancestrales
por las ciencias occidentales que las veían
como una curiosidad o una rareza.
En este proceso de olvido, donde se borró de la memoria de
las generaciones cómo es ser autosustentable, también se borró el principio
básico de autodefensa. Un principio que ha funcionado desde hace 1500 millones
de años y ha evolucionado desde el polvo cósmico hasta nosotros. Un principio que está presente en la naturaleza,
en las rosas por ejemplo con sus espinas, la intención no es dañar
denodadamente al prójimo, tan solo defenderse. Los planetas tienen sus propios
sistemas de autodefensa, presentes en las diferentes capas de la atmosfera que
absorben los rayos UV, o provocan combustiones en meteoros, incluso protegen a los planetas de tormentas
solares, en fin, mecanismos de autodefensa.
Ambos principios el de autodefensa y el de sustentabilidad
se olvidaron, y fueron reemplazados por la dependencia del Estado. Cedimos esos
espacios y colocamos nuestros medios de autodefensa y supervivencia en manos de
otros, de otro aglutinante llamado Estado que da poderes a corporaciones
multinacionales. Al final del día ya no somos propietarios de nada.
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